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En una cucha que improvisó una familia caucetera, en la entrada de un pequeño negocio de artículos de limpieza, la «Negra» está echada, recuperándose tras el vejamen que padeció a manos de un desconocido. Está viva. Se levanta de vez en cuando para recorrer esa habitación pequeña y mimar a su pequeño «Negro», su hijo cachorro con el que vive desde hace un año y medio en las calles del barrio Justo P. Castro 2. «Si no la llevaba al veterinario no la contaba», dice Marcela, la mujer que lo rescató y salvó la vida.

El animal no tiene dueño, al menos por ahora, ya que tras el salvaje ataque tanto su «ángel guardián» y otras familias se ofrecieron a cuidarla y brindarle un refugio. Llegó al barrio caucetero hace un tiempo -nadie sabe cómo- y con el correr de los días fue ganándose el corazón y la atención de todos los vecinos, sobre todo de Marcela, una apasionada de los animales (tiene 5 perros en su casa, con la Negra y su hijo ya son 7).

Los lugareños se ocuparon de ella y otros callejeros que aparecen de vez en cuando. Y así empezaron a darle comida, agua y cariño, sobre todo. «Ella es muy tranquila», cuenta Marcela, para posteriormente relatar cómo y cuándo descubrió el abuso que había sufrido la perra. «Por la noche duerme por la zona. Pero ese día que la llevé a la veterinaria noté que estaba rara. Pensé que estaba inflamada y no podía hacer pis, y la llevé a Romina (Gil)», cuenta.

Ya en la veterinaria descubrieron que una persona -la Policía investiga quién fue- le había dejado un palo de escoba adentro de su vagina, fruto de un inhumano ataque. «No sé nada. Lo que le hicieron no tiene perdón», reflexiona la mujer.

Hoy la «Negra» está bien. Desde el jueves, cuando recibió el alta bajo tratamiento, se hospedó en la casa de Marcela. También está ahí el «Negro», su cachorro y fiel compañero. «Ellos siempre están juntos. Cuando se reencontraron fue pura emoción, se dieron mucho cariño. Y ahora van a quedar acá, la voy a tener hasta que termine el tratamiento y creo que me la voy a dejar. Porque si alguien la quiere se la va a tener que llevar con su cachorro, son muy unidos y se extrañan», dice la mujer.

Pero no es sólo Marcela la que está detrás de la salud y recuperación del animal, también están los vecinos, quienes mostraron su preocupación y colaboraron con los gastos que implicó su atención médica. También Romina, la veterinaria que le salvó la vida y viralizó el aberrante caso de abuso. «Está mejorando favorablemente y eso es lo que importa», finaliza.

fuente: tiempo san juan

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