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Con barbijo, el ministro de Salud de Córdoba Diego Cardozo, informó anoche en conferencia de prensa que la ciudad de Córdoba «vuelve a la fase 3». El funcionario admitió que en los últimos tres días se contabilizaron 55 nuevos contagios de covid-19, de los cuales 35 corresponden al último episodio masivo en la provincia, y que esta vez ocurrió en el Mercado Norte, en el centro de la ciudad capital.

Con la voz acelerada por el nerviosismo, el funcionario anunció que el gobierno cordobés da marcha atrás en la flexibilización de la cuarentena tras el tercer contagio masivo que se produce en Córdoba en menos de dos meses.

Esta vez se originó en un supermercado “a granel” en el Mercado Norte de la ciudad: el más antiguo, multitudinario y de mayor importancia citadina, a escasas nueve cuadras de la Manzana Histórica mediterránea. Los protagonistas iniciales, un empleado de 42 años y una clienta habitual que habrían contagiado a su vez a sus propias familias. Fruto de este brote, se sumaron 35 nuevos casos en los últimos tres días y dos muertos víctimas de la covid-19. Entre los infectados, se cuentan 9 familiares del empleado cuya casa en un barrio obrero fue amenazada de quema por sus propios vecinos. Los otros 20 contagios se detectaron en diversos barrios, por lo cual desde las próximas horas se vuelve al cierre de los comercios céntricos, al control policial en las calles y puentes de accesos de la ciudad; y también a «la exigencia de que los empleadores provean de barbijos, escafandras y guantes» a los trabajadores para «evitar que el virus se siga propagando».

También se suspendieron «hasta el 22 de mayo» las caminatas que se habían permitido este último fin de semana, y en las que se notó un evidente relajamiento en las normas de seguridad.

Lo ocurrido en el Mercado Norte, aun cuando el ministro se esforzó en exculpar al gobierno local basándose en las fechas-ventana de contagio, se venía advirtiendo por parte de infectólogos y médicos. Y ahora está ocurriendo lo que se temía desde el mismo día en que Juan Schiaretti anunció la flexibilización de la cuarentena. Ese 11 de mayo y vía Tweet, desde el Panal autorizaron que los comercios céntricos que dieran a la calle podrían abrir sus puertas y demás medidas de permisividad en la circulación, a partir del nivel 4 en que habría entrado Córdoba por su bajo número de contagios y muertes hasta ese momento.

Pero si bien las cifras duras aparecían benévolas en el concierto nacional y por la dimensión poblacional de la provincia; la coyuntura real latía en otra dirección. Justo en esos primeros días de mayo se había producido el contagio masivo en el Hospital Italiano que a su vez, había surgido tras el primer contagio masivo del geriátrico de Saldán. Por lo que la flexibilización permitida por el “Gringo” sonó tan apresurada como divorciada de lo que estaba aconteciendo y de lo que se vislumbraba.

Un reconocido médico local, Raúl Ernesto Jiménez, lo detalló con precisión en su página de facebook: “Con el gran Córdoba en zona roja. Con la Capital con el Covid en etapa comunitaria desde hace una semana. Con un foco en el hospital Tránsito Cáceres de Allende. De un día para el otro. Y por Twitter. ¿A quién se le ocurre?”, se preguntaba Jiménez, reconocido tanto por su trayectoria profesional, como legislativa y por su programa radial.

En los días previos, “la cuarentena de Alberto”, como la llaman aquí muchos que en su momento le dieron el triunfo a Mauricio Macri, sumó la embestida de los megamedios que machacaron un día tras otro sobre “la importancia de la economía”; “el hartazgo de la gente por el encierro”, y hasta con la hipótesis de que “todo esto es una mentira para tenernos encerrados porque el gobierno no tiene plan”.

A las voces de los operadores mediáticos se sumó la de una comerciante de librería que se convirtió en la vocera de los que “querían trabajar” en sus negocios de la peatonal. Apadrinada por las Cadena 3, los Canal 12 y los diarios afines; Tamara Sternberg amenazó con “abrir su negocio sí o sí el lunes siguiente”, aun cuando el mensaje del domingo 10 de mayo del presidente Alberto Fernández informara que la cuarentena debía seguir en su etapa dura. Apoyada por un grupo que la secundó y los medios que la arroparon, la mujer hizo un llamado a la desobediencia lisa y llana nada menos que de una medida de cuidado de la salud pública dispuesta por el Poder Ejecutivo ante una pandemia mundial.

Pero fue el propio Schiaretti quien les ahorró caer en rebeldía (en lo que se leyó como una exitosa “torcida de brazo” de los comerciantes y empresarios locales), cuando el 11 y a través de un mensaje de Tweet autorizó la apertura de la Fase 4 con un escueto comunicado.

Contagios masivos

Desde que arrancó la cuarentena el 20 de marzo, Córdoba venía con una curva de contagios moderada hasta que ocurrió la diseminación masiva en el geriátrico de Saldán, que se conoció el 10 de abril, cuando uno de sus médicos, aún asintomático, pidió que le hicieran un test que dio positivo. Como la mayoría de los adultos mayores que registraban la covid-19 eran del PAMI, el Hospital Italiano los acogió en sus camas. Nada menos que 27 de las 42 personas afectadas. Ante un virus desconocido y sin vacuna a la vista, esa cantidad de pacientes en un mismo sitio de internación luego se cuestionó, cuando se supo del contagio de 30 personas del hospital, entre médicos, enfermeros, personal de limpieza y otros pacientes alojados por diversas enfermedades.

La crítica se centró en el porqué los ancianos infectados con la covid-19 no fueron internados en las unidades sanitarias especialmente preparadas para la pandemia que estaban casi vacías en esos días. Pero el daño ya estaba hecho. Y las medidas fueron un cordón sanitario que envolvió todo el área del Hospital en el barrio General Paz. También –hace pocos días– se trasladó a los enfermos adonde debieron ir en un primer momento, y se puso en cuarentena al edificio entero y todo su personal. Entre ese centro de salud, y otros dispensarios y sanatorios, la cifra de médicos y auxiliares de la salud trepó en los últimos días a 80 personas. Y en esos 80 no están sumados sus familiares y otros contactos que puedan estar infectados.

Uno de los profesionales cordobeses que venía advirtiendo que esta flexibilización de la cuarentena podía ocasionar más contagios fue el doctor Carlos “Pecas” Soriano, quien hace tres años hizo una huelga de hambre en contra de las irregularidades de la Apross, la mayor obra social de los cordobeses.

En diálogo con Página/12, Soriano lamentó anoche: “Desgraciadamente tuvimos razón con el doctor Oscar Atienza (un epidemiólogo y docente de la Universidad Nacional de Córdoba). Juntos advertimos en aquel 11 mayo que esto podía ocurrir. Y hace unos minutos el doctor Cardozo, ministro de Salud, me acaba de confirmar que van a dar marcha atrás con la flexibilización”.

Soriano se quejó también de que hay «graves falencias en la comunicación desde las autoridades provinciales hacia la población. Se comunican por diversas vías que no son las formales».

-¿Por qué cree que pasa esto?

–Porque no se escucha, porque hay una cerrazón de las autoridades a escuchar a los que tenemos entre 30 y 20 años de experiencia en salud que no están siendo escuchadas. Se manejan con presiones de la economía y es una falacia creo yo, pensar en la antinomia economía versus salud. En el mundo se ha demostrado que los países que no priorizaron su salud como Estados Unidos; Francia; Reino Unido; Italia y España, por querer salvar sus economías retrocedieron en los dos campos y con un altísimo costo humano.

–¿Cree que Schiaretti tiene miedo, o no quiere de dar la cara en este tema?

–No me gusta hacer suposiciones. Pero llamativamente no ha hecho ninguna conferencia al estilo de las que sí se hicieron en la Nación.

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