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La víctima fue una mujer que vende en su casa productos de limpieza sueltos.

Una humilde comerciante caucetera atraviesa una dramática situación a raíz de un robo que sufrió en su casa, donde vende líquidos de limpieza sueltos. Los ladrones le llevaron en total más de 150 litros de productos y ella explota de bronca y tristeza porque dice que el ataque la deja en ruinas. «Me robaron lo que tenía para subsistir y darle de comer a mis hijos. Con esto comemos, tiramos la semana, esa es la bronca que tengo», expresó ayer a este diario.

La víctima se llama Natalia Castro, tiene 32 años y vive con sus dos hijos (una de 17 y un bebé de 1 año) en una casa del Barrio San Juan III, ubicado en un sector de Caucete que antes era considerado tranquilo pero que en los últimos años se volvió muy peligroso, según los vecinos. Es más, en una casa ubicada a apenas unos metros de la de Castro, con apenas horas de diferencia, otro vecino fue blanco también de la inseguridad (ver recuadro).

El golpe a la pequeña comerciante ocurrió de madrugada, mientras dormían, entre las 0 y las 2. «Sentíamos que los perros ladraban pero se callaban. Después cuando salimos nos dimos cuenta de que les habían tirado comida, pedazos de pan», dijo la mujer. Los delincuentes (creen que eran 5) al parecer treparon por el portón del frente y se fueron directo al lugar donde Castro dejaba los bidones, a un costado de la vivienda. La víctima no sabe bien en total cuántos bidones le llevaron, pero calcula que perdió más de 150 litros de productos como jabones líquidos, desinfectantes, cloro, entre otros.

«Siento una mezcla de todo. Uno no hace nada mal, trabaja todo el día, hace todo bien…y vienen éstos. Esto me costó un montón levantarlo, empecé con dos o tres bidones nada más y a base de esfuerzo fui creciendo… ahora es como volver a empezar, para mí lo que me han llevado es un montón», indicó, resignada.

Y agregó: «Ya de noche ni dormimos y eso que desde ese día meto todo adentro. Yo duermo de día, con mi hija nos turnamos para atender el negocio. Así es muy difícil».

Tanto Castro como otros vecinos atribuyeron la inseguridad en el barrio a otro que construyeron detrás hace unos años. Dijeron que desde entonces se volvió moneda corriente el robo de mangueras, garrafas y otras cosas que comúnmente se dejan afuera. Pero el problema es que ahora se están animando a más, pues ingresan a las casas y nunca son detenidos, se quejaron los vecinos.

La noche siguiente al robo a la comerciante, un delincuente entró a una casa que está en alquiler ubicada a escasos metros y sustrajo una puerta y un lavamanos, pero los vecinos lo descubrieron y tuvo que dejar el botín para poder huir. Raúl González (61) dijo que cada vez que se le va un inquilino, desde hace un tiempo saca hasta el inodoro porque siempre le desmantelan la vivienda.

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