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Las horas de sosiego navideño ayudaron a Alberto Fernández a definir con sus colaboradores algunas prioridades. Luego de sancionada la ley de emergencia, con ajuste de impuestos, retenciones y movilidad jubilatoria, el presidente trazó los siguientes números para 2020: aumentará las jubilaciones más de 30%, estima incrementar los ingresos fiscales en 1,5% del PBI, unos 378 mil millones de pesos, y bajar el déficit a 0,2 o 0,3%, entre 50 y 75 mil millones.
«A diferencia de los últimos años de Cristina (Kirchner) es un plan con mucha responsabilidad fiscal, eso Cristina lo descuidó un poco. Y para Alberto eso es primordial: que tengamos las cuentas públicas en orden. Este plan tiene consistencia», se impresionó un funcionario que dialogó con el presidente.
En eso busca diferenciarse de la ex presidenta. Eso explica también el optimismo de los mercados en estos días: subió la cotización de bonos, acciones y bajó el riesgo país.
La suba del dólar blue, a $76,75 el lunes, por el impuesto PAIS del 30% a la compra de dólar ahorro y turista, la tenía contemplada. «Lo único que tenemos que cuidar es que (la suba de impuestos) no se vuelque a precios», dijo el presidente ante los suyos. En su escritorio hay estimaciones de inflación para diciembre de 3,5%. «Bajaría respecto de noviembre que fue de 4,3%», se entusiasmó.
«No dije que al cuarto año vamos a tener un dígito de inflación, sino que si al cuarto año llegamos a un dígito me voy a sentir muy conforme», les aclaró. «Es lo que estamos laburando. Hemos logrado bajar los precios de los medicamentos y que se sostengan los alimentos», confluyó.
Espera que no haya traslado a los precios del turismo interno. Y asegura en su círculo íntimo que los aumentos de impuestos y retenciones a la clase media no ahogarán la reactivación por inyección de recursos a la base más baja. «El que puede pagar, viaja igual y no le cambia su plan de consumos», señala.
Fernández prevé cubrir hasta marzo los vencimientos de deuda con las reservas del Banco Central. Espera negociar en ese momento una reprogramación de la deuda con el FMI y con los acreedores privados. Y si se puede, postergar «lo más posible» los pagos, usar parte de los 30.000 millones de dólares de vencimientos de 2020 para obra pública, incentivo al consumo y reactivación productiva.
Orden fiscal y recursos en mano para reactivar y hacer política. El proyecto recrea el modelo de la gestión de Néstor Kirchner (2003-2007). «Necesitamos crecer, aumentar las exportaciones, recaudar y tener dólares para poder pagar la deuda. Esto está bien entendido por el Fondo Monetario Internacional», comentó el presidente en la quinta presidencial.
Los 378 mil millones de recaudación adicional estimada para 2020, tras el ajuste, irán a cubrir los gastos corrientes en aumento, cada vez más deficitarios, además de mayores salarios, jubilaciones, planes sociales, asignaciones familiares y universales por hijo (AUH), tarjetas de alimentos, microcréditos y devolución del IVA.
«Todo eso va directo al consumo. Me llamó Gustavo Bordet (gobernador de Entre Ríos) y me dijo que Concordia es una fiesta. Inyectamos 35 millones de pesos con el primer paso de la tarjeta Aliment.AR. Entregamos 6500 tarjetas y se reactivó el consumo de una manera impresionante. Y de lácteos. La gente había dejado de consumir lácteos», se ilusionó Alberto. «Imaginate cuando cubramos todo el país con 100.000 millones en el año», les dijo a sus amigos.
Con el ministro de Economía, Martín Guzmán, y su secretario de Hacienda, Raúl Rigo, Fernández hace cuentas, «ministerio por ministerio», de la «herencia» de Mauricio Macri. «El déficit de 2019 no será de 0,5% como dijeron ellos. Estará entre 1,6 y 1,8%. Dejó mucho gasto ejecutado, devengado sin pagar. Deuda flotante. Proveedores, u obras que estaban hechas, con certificado, o publicidad otorgada, que no se pagó. Todavía estamos haciendo los números. Es un infierno lo que dejaron de pagar», se quejó en reuniones íntimas.
En buen romance, ese rojo fiscal equivale a entre 403 y 453 mil millones de pesos. Si remonta la recaudación en 378 mil millones en 2020, se proyectaría la baja del déficit a 75 mil millones aproximadamente (0,3%). Le interesan los números puros y duros. Luego, apunta a postergar el pago de la deuda y disponer de algo de los 30.000 millones de dólares que no usaría. El manual de la política en estado puro.
«Si la economía se reactiva estaremos un puntito arriba de superávit. Y si no, un par de puntos abajo en el déficit», reflexiona. Apuesta a reactivar la rueda. «Todavía no sabemos exactamente cuánto vamos a recaudar. Hay que ver cómo se aplican los 3 puntos de retenciones, si todo de una vez o progresivamente, eso lo estamos evaluando», señaló a sus funcionarios.
«Les explicaba a la Mesa de Enlace: me exigen equilibrio fiscal y al mismo tiempo no quieren colaborar con el equilibrio fiscal. Y objetivamente son los únicos que pueden colaborar. Este es el problema», reflexionó.
«Del recorte de gastos en el Estado no hay mucho para hacer. Macri dejó de pagar vacunas. Y estamos eliminando asesores de que dejó de 200 mil pesos. Pero el impacto fiscal es ínfimo», señaló con las planillas presupuestarias en mano.
Lo que parece claro es el regreso a una fórmula de actualización de haberes o movilidad jubilatoria muy similar a la de la ley 26.417 de 2008: aumentos en marzo y septiembre (jubilaciones, pensiones, asignaciones familiares y AUH) en base a la evolución de la recaudación tributaria y del índice salarial. Ese aumento total será de algo más de 30% en 2020. Con la reforma de Macri (ley 27.426) de diciembre de 2017, se tomó como base de cálculo la inflación (70%) y la evolución salarial (30%).
«Con el sistema de Macri, este año las jubilaciones aumentarían un 60%, pero el Estado no los puede pagar. Se le disparó la inflación e hizo un estropicio. Es impagable, no hay forma. No tengo la plata. Y el año pasado, los jubilados perdieron mucha plata. Y cuando baje la inflación también perderían», razonó el presidente en su mesa chica.
«En cambio, con el sistema anterior el aumento sería de más de 30% pero es más conveniente en el tiempo, porque aumentan si la economía crece, y si los salarios y la recaudación crecen. En 2017, Macri creía que la inflación iba a desacelerarse y por eso lo hizo. Pero se le escapó la inflación y el sistema este año colapsaba», dijo. «Hay que hablar de racionalidad. ¿Qué es lo racional? Según cómo evolucionan los sueldos y la recaudación. Tiene mejor lógica», asegura.
En una segunda etapa del ajuste, Alberto quiere cazar impuestos fuera del zoológico. Regularizar el sistema tributario para que muchos que no pagan impuestos los paguen. «De ese 40% que no está garpando, muchos están esperando la moratoria para entrar al sistema. Macri cerro 43 Pymes por día. Paramos esa sangría. Tenés seis meses de gracia y después empezás a pagar. Esos tipos entraron al zoológico», señaló en sus discusiones.
También apunta a los comercios medianos y pequeños, cuentapropistas o quienes no pagan bienes personales. «Todo eso hay que regularizarlo. Siempre pagan los mismos y cada vez pagan más, es un sistema injusto, totalmente de acuerdo», le señaló a un interlocutor.

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