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Lo que parecía ser un viaje para disfrutar de su padre después de 15 años que no lo veía, terminó en un terrible asalto, la dejaron en estado de inconsciencia, la trasladaron al hospital Rawson y, tras tres meses de agonizar y de muchas cirugías, Analía Martínez (36) murió.

Analía vivió, junto a sus hermanos y sus padres, en Caucete. Tras la separación de los padres, la madre decidió irse con sus tres hijos a seguir con sus vidas en Pocito. Por problemas personales, la relación con el padre no quedó para nada bien. «Ella quedó con mucho rencor con mi padre», recalcó el hermano de Analía, Alberto Saball (43).

Por esas cuestiones personales, Analía había decidido no volver a ver a su padre -en un principio- nunca más. Sin embargo, después de 15 años no aguantó más. Su hermano, el del medio, le comentó que llevaría al padre de ambos a su vivienda, ubicada a unos pocos kilómetros de la casa de Analía.

Esto le revivió el amor por su padre y le dijo a su hermano que ella también iría a su casa para volver a juntarse con su padre, después de 15 años. El mayor de los hermanos, Alberto, prefirió no ir porque tenía que trabajar y porque a los dos días -el 7 de diciembre- era su cumpleaños y sabía que ese día comerían un asado donde estaría presente el padre.

Sabiendo que iría sola. Analía decidió llevar a dos de sus cuatro hijos -sus edades son 18, mellizos de 13 y la nena de 8-. Se fue en su moto con uno de los mellizos y la menor de los cuatro. Llegaron a la casa del hermano y se dio el esperadísimo encuentro después de una década y media. La alegría de ese encuentro había dejado atrás los años de rencor con su padre.

Lamentablemente, no fue todo felicidad. Es que a la vuelta, sobre las 2 del sábado 5 de diciembre, Analía decidió regresar a su vivienda. Se pusieron los cascos y regresaron a su casa del barrio Conjunto VI, en Pocito. En el camino, sobre la intersección de Calle 6 y calle Lemos, tres delincuentes salieron de unos cañaverales y comenzaron con el accionar.

Cada uno cargaba varias piedras. Una de ellas fue a parar directamente a la cara de Analía, según contó la propia damnificada cuando estaba recuperándose. Ese piedrazo la noqueó y la dejó tirada en el suelo, al lado del canal. Sin embargo, no se frenaron. Ya noqueada y en el suelo, siguieron golpeándola con las piedras. Incluso, de esos golpes también ligó el mellizo y hasta le hicieron un terrible corte en la frente a la nena de 8 años. Tras reducir a las tres víctimas, a Analía le sacaron su bolso, $600 y otros efectos de menor importancia, y escaparon.

Un vecino de la zona, que vio el final del hecho, llamó al 911 y fue a auxiliar a los tres damnificados. Ese vecino había visto quiénes fueron los ladrones y sabía dónde vivían. Incluso, contó que desde las 21 del día anterior los estuvo viendo que arrojaban piedras a cuanto auto pasaba para frenarlos y saquearlos. Afirmó que estuvo llamando al 911 para que los sacara de allí pero nunca fueron.

Es más, según comentó el hermano de Analía, Alberto, le dijo a los efectivos dónde vivían los ladrones -ya que el vecino le confirmó sus domicilios- para que fueran a detenerlos pero «me decían que ese barrio -por el Huarpes de Pocito- era muy complicado que si quería que me metiera yo y los detuviera».

Pese a ello, a Analía la trasladaron hacia el sector de Urgencias del hospital Rawson. Pasaron dos días hasta que le hicieron la primera cirugía en la cabeza. Luego, en los tres meses que estuvo internada, la volvieron a intervenir en seis ocasiones más. Lamentablemente, no resistió a las heridas y murió.

Según afirmó la familia a este medio, Analía hasta contrajo meningitis dentro del nosocomio. Esta enfermedad fue lo que empeoró el cuadro de la mujer. «Nunca nos dijeron que mi hermana tenía meningitis, nos hablaban de que tenía un ‘hongo’ en la médula. Después, averiguando, descubrimos que era meningitis».

Esa enfermedad terminó llegando a la sangre y, de eso, ya no hay vuelta atrás. Por la sangre, terminó por expandirse hacia el resto del cuerpo  y el neurocirujano que la atendía les dio la peor noticia: no había respuesta neurológica, «prepárense para lo peor». Es más, dos días antes de morir les dijo que si sufría un paro cardiorespiratorio, «la voy a mandar directo a la Morgue». A las 48 horas, Analía murió.

Sin embargo, eso no fue todo. Entre medio, su marido tuvo que renunciar a su trabajo -lo hacía de albañil en una empresa- para poder cuidar de Analía. «Para las fiestas no teníamos nada que festejar. Gastón -Recher, su marido (36)- pasó el 24 en el hospital junto a su mujer. El 31, lo hizo el hermano para que su marido estuviera con sus hijos», sostuvo Alberto.

Por otro lado, sobre los delincuentes, hasta el momento hay un solo detenido. Se trata de Facundo Tejada, de 21 años. La familia afirmó que los otros dos están siendo investigados: uno es un menor de 16 años, que es hermano de Tejada, apodado el «Tatu».

La causa está en el Segundo Juzgado de Instrucción, a cargo de la jueza Mabel Irene Moya. En un principio, estaba investigándola por robo agravado. Tras la muerte de la mujer, la causa cambió de caratura a robo agravado seguido de muerte, afirmaron fuentes de la investigación, la que ya está a cargo de la sección de Homicidios de la Policía de San Juan.

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