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El Gobierno confirmó el trabajo que inició en secreto hace ya un año, cuando trazó el boceto para darle un giro permanente al sistema jubilatorio y auspiciar el retorno de las AFJP. El modelo perseguido es el español, en el que cuentan con capitalización privada, para lo que ya pusieron en moción los primeros engranajes.

Como había adelantado El Destape en mayo de 2017, el Ministerio de Trabajo convocó a especialistas previsionales para que redacten a puertas cerradas un nuevo código previsional para presentarlo ante el Congreso en 2019. Bernabé Lino Chirinos, Lilia Maffei de Borghi y Félix Loñ, los abogados contratados por Jorge Triaca, se basan en tres pilares para “sanear” la caja: el recorte del déficit jubilatorio, el aumento de la edad y la vuelta del ahorro personal no solidario.

Complementó este manual la ley de reparación histórica, que les prohibió ingresar al reparto a aquellos que no cuentan con 30 años de aportes patronales, a los que relegó a pensiones del 80% de la jubilación mínima. Abona las llamadas “pensiones universales” el Tesoro Nacional, por lo que libera a la ANSES de sustanciales gastos. Para acceder a ellas, las mujeres que no contaron con empleadores formales por tres décadas deben cumplir 65 años, con lo que el Gobierno aplazó su edad de retiro por cinco años. Con esto cumplieron temporalmente con dos de los tres objetivos.

El encargado de la logística del recorte previsional admitió hoy lo publicado por este medio hace ya más de un año. En una entrevista a Clarín, el secretario de Seguridad Social de la cartera laboral, Juan Carlos Paulucci, consintió que en la propuesta de reforma que cocina Cambiemos abrirá la posibilidad a aportes “voluntarios de capitalización, privados, complementarios de la jubilación estatal contributiva”, aunque analizan que puedan adicionarse al régimen de reparto.

“¿Quiénes van a ahorrar? La gente que tiene mejor capacidad de ahorro, con un aliciente fiscal que se verá en su momento. Pero necesariamente no tiene que ser de capitalización, donde cada persona tiene una cuenta personal. Puede ser de reparto, con parámetros definidos de cómo se distribuyen entre los jubilados los ingresos de los aportes voluntarios, menos los gastos de funcionamiento”, detalló el número dos del Ministerio de Trabajo.

Consultado por las entidades que capten ese ahorro, Paulucci abrió un fino paraguas que incluye a las AFJP: “Organizaciones sin fines de lucro, como mutuales, fundaciones, sindicatos, cajas profesionales. En general en Europa existen este tipo de entidades, especialmente mutuales, que brindan este servicio y otros vinculados con las prestaciones de la seguridad social”. Es que el Gobierno pretende imitar el Pacto de Toledo, pese a que en España llevó a la crisis al régimen previsional. El Destape incluso expuso la lista de técnicos ibéricos convocados por el Ejecutivo para que compartan los detalles de su modelo.

La capitalización individual, las AFJP, margina y culpa al 30% de los empleados que hoy no aportan a la ANSES porque sus empleadores deciden mantenerlos en negro, además de a todas aquellas personas que realizan trabajo no remunerado para mantener sus hogares. Pero se tornan un camino razonable si el Gobierno continúa con la desfinanciación de la ANSES, al flexibilizar aún más los controles, aumentar las especulaciones financieras y operaciones offshores (como pretendió el organismo con el memorando con Qatar).

Pero las AFJP no les brinda un mejor futuro a todos los trabajadores. En esa línea, Paulucci realizó una aclaración fundamental: “El universo que decide realizar este aporte voluntario es reducido”.

Alineado a este objetivo ingresó Leandro Cuccioli a la AFIP, donde se retiró Alberto Abad. El flamante recaudador proviene del riñón duro de Luis Caputo; de hecho, fue su secretario de Servicios Financieros por un año, poco después de trabajar desde Londres con activos especulativos y offshores.

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