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En el año 2016 Miguel Gutiérrez (30) de profesión changarín abusó sexualmente de su cuñada de 14 años dejándola embarazada. Producto de esa violación, y de acuerdo a la normativa existente por el artículo 86 del Código Penal Argentino, la menor tuvo que optar entre practicarse o no la interrupción legal del embarazo (ILE). La decisión fue continuar con la gestación. Hoy tiene un hijo de dos años y desde el entorno familiar aseguran que «nunca estuvo en discusión no tener al niño a pesar de como llegó».  Tiempo de San Juan pudo acceder a testimonios claves en el caso que detallan cómo sucedieron los hechos. La hermana y esposa de la menor abusada habló dijo que “el vínculo no se rompió, algún día arreglaremos las cosas de frente”.

La mamá de la jovencita, ahora madre, apuntó: “Yo me entere cuando la llevé al CIC porque ella se descomponía, y ahí supe que se sentía mal porque estaba embarazada, no porque le pasara otra cosa. Ese día veníamos por la calle y me dijo que había tenido relaciones con el esposo de mi otra hija. Su cuñado, que la había forzado”, afirmó la madre de la menor que en esos momentos tenía 14 años y había roto el silencio después del abuso sexual. “Los médicos le dijeron que ella se podía hacer un aborto, pero ella no quiso y yo tampoco, le dijimos que no casi sin pensarlo, y hoy ese niño es la luz de los ojos de mi hija, y mío también”, agregó.

Esta situación es prácticamente idéntica a las circunstancias en las que los profesionales notaron el embarazo de la pequeña de 11 años que fue abusada, estaba embarazada y accedió a una interrupción del embarazo el pasado miércoles 3 de abril.

Una crianza compartida y ¿ninguna duda?

La Corte Suprema de Justicia de la Nación estableció que quienes presenten un embarazo con riesgo para su salud o quienes tengan un embarazo producto de una violación, pueden solicitar la interrupción del embarazo sin autorización previa.  Se presupone que una mujer que fue violada presenta una maternidad forzada, lo que significa una experiencia de trauma que se agudiza mientras el embarazo avanza.

Pero más allá de este marco normativo y de la situación particular de este caso, la menor de 14 años decidió tener el bebé. Lo contrario a lo que sucedió en el caso de la niña de 11 años que fue abusada por su padrastro, quien decidió practicarse la ILE.

La menor que tuvo al bebé tiene 9 hermanos que comparten el domicilio en una casa ubicada en el Médano de Oro. Según la tutora, «este niño es como un hijo más, porque lo criamos entre todos, pero por ahora yo soy la que se hace cargo del dinero de los gastos, y cuando salga mi yerno él dijo que supuestamente le va a pasar la cuota alimentaria».

Según el entorno, ya que la adolescente no habló con este medio, la crianza del menor se está dando sin dificultad. La abuela sostiene que «es un niño sano y tiene una mamá que lo cuida mucho. Si se enferma, ahí no más sale disparando a la salita. Hay veces que yo la ayudo pero últimamente hace todo ella sola. Siempre me ayuda porque acá somos muchos». Los especialistas en este tipo de embarazo establecen que puede generarse un arrepentimiento por parte de la madre con respecto a no haber interrumpido el embarazo cuando estaba a tiempo, pero según asegura la madre de la menor «yo pensé que ella se iba a sentir mal al comienzo pero no. Como le digo, ella siempre está feliz con su hijo, yo no creo que se arrepienta».

La menor abusada en estos momentos tiene 18 años y se encuentra terminando el secundario, por lo que la crianza del niño está a cargo de su abuela y los tíos que viven en el lugar. Sin embargo y, como aseguran desde el entorno, «el niño crece sano y salvo, más adelante le explicaremos lo que pasó cuando él nació, pero ahora eso no hace falta porque es muy chiquito».

En un principio esta situación desbordó a la familia por la crudeza de los hechos, así lo afirman desde el entorno «fue difícil porque las dos son mis hijas. Primero se pusieron mal las dos, pero después no. Ahora hablan. Yo pensé que se iban a poner en contra, pero no. Igual en mi familia no hablamos del tema”, dijo.

Del mismo modo, la madre de la joven madre aseguró que “la asistente social me convenció de que pusiéramos la denuncia, por eso yo lo denuncie. Él tiene que pagar lo que hizo y por suerte Dios hizo Justicia”.

La esposa del abusador también habló con este medio. La mujer culpó a la adolescente y continúa defendiendo al marido por más que está en el Penal de Chimbas. «Cuando a ella supuestamente la violaron yo la veía bien, ella venía acá siempre y yo no la veía como a alguien que la violan, por eso para mi todo fue consentido».

 

El abusador, al Penal

Por otra parte, el abusador y padre del menor, cumple una condena de 8 años de prisión en el Penal de Chimbas. La sentencia fue el resultado de un juicio abreviado entre las partes en la que acordaron una condena justa, según victima y victimario.

Más allá de la versión de la esposa del abusador, que insisten en que la relación sexual fuera consentida, el Código Penal establece que «será reprimido con prisión o reclusión de 3 a 6 años de prisión aquella persona que abuse de un menor por su inmadurez sexual, en razón de la mayoría de edad del autor, su relación de preeminencia respecto de la víctima, u otra circunstancia equivalente, siempre que no resultare un delito más severamente penado».

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