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“No queremos seguir tomando deuda y obligar a nuestros hijos y nietos a pagarla”, expresó el presidente Mauricio Macri el martes durante una breve interrupción de sus vacaciones. Dos días después, el Ministerio de Finanzas que encabeza Luis Caputo emitió deuda externa por 9000 millones de dólares.

Podría haber sido más porque los cuatro bancos extranjeros que coordinaron la operación –Citigroup, Deutsche Bank, HSBC, Santander y BBVA– recibieron órdenes de compra por una suma cercana a los 21.400 millones de dólares. El debut anual de la Argentina en los mercados internacionales se distribuyó en tres tramos: 1750 millones a 5 años, otros 4250 millones a 10 años y 3000 millones a 30 años.

Los bonos a tres décadas tienen un cupón de 6,875 por ciento anual y, como se vendieron por debajo de su valor nominal, el rendimiento asciende a 6,95 por ciento. Esos títulos terminarán de pagarse en 2048 cuando Antonia Macri, la hija menor del mandatario argentino, haya cumplido 36 años. La rentabilidad ofrecida por esos papeles es 48 por ciento superior a la reconocida por México el miércoles durante la emisión de un bono con el mismo plazo.

 

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