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El arma reglamentaria de los funcionarios públicos es uno de los elementos más importantes en la vida del policía. Durante la formación los instructores suelen decir que es una “extensión de su cuerpo”, por lo tanto,  la perdida de estos elementos no es tomado un hecho insignificante en la carrera de los policías.

La semana pasada dos agentes de la Policía de San Juan denunciaron la pérdida de sus armas reglamentarias. En ambos casos dijeron que fue por un hecho fortuito. Pero desde la misma institución aseguran que todavía no están los resultados concretos de la investigación.

Otro de los hechos que activaron este protocolo fue lo sucedido en Villa Hipódromo el pasado fin de semana con la muerte dudosa de Celeste Luna, una joven que perdió la vida manipulando aparentemente el arma de fuego de su novio, Matias Mallea, perteneciente a la fuerza. En este caso sobre el manejo del arma y el contexto en el que se produjo el fatídico hecho, la Subsecretaría de Control de Gestión actuó de oficio e intervino en el caso. Por su parte, en el fuero penal, entiende el juez del Tercer Juzgado de Instrucción, Guillermo Adárvez, quien ordenó la inmediata detención de Mallea ante un escenario de muerte dudosa.

Ahora, ¿Qué pasa en estos casos con los policías? ¿Cómo afecta en sus carreras a quienes se inician como funcionarios públicos? ¿Existe la misma responsabilidad si el arma la pierde un policía inexperto, que uno experimentado? Y por último lo más importante ¿Se logra recuperar?

Fuentes calificadas hablaron de cómo es el protocolo que se activa cada vez que ocurre uno de estos episodios, y dijeron que en primer lugar se elabora un acta inmediata donde se pone en conocimiento a toda la policía para colaborar en el hallazgo el elemento perdido. Esto se hace principalmente si el armamento fue robado para evitar que se cometa algún delito con el mismo.

También se genera un sumario al efectivo en cuestión y del resultado de este proceso se pueden dar diversas realidades. En el caso que se llegue a determinar que hubo negligencia en la tenencia y en el resguardo, directamente se requiere una sanción bastante grave. Que depende de cómo se dieron los hechos y del mismo historial del efectivo. Si este es una persona con experiencia dentro de la fuerza, se considerará aún más grave que si es un policía inexperto. Pero de todas maneras la sanción será inevitable en los dos casos.

Además algo que también pasa es que el funcionario abone el monto del arma que perdió y a decir verdad los costos no son para nada baratos. Los modelos que utilizan son tres, todas de calibre 9mm. Se trata de pistolas Brolin, BersaThunder y Beretta 9mm que cotizan en dólares y siempre están sujetas a modificaciones por al tipo de cambio del momento.

En resumen, cuando se pierde un arma se inicia un proceso que va en tres frentes. Una investigación penal, una administrativa y una búsqueda interna para dar con el elemento perdido.

En cuanto a la cantidad de insumos de estas características que se pierden por año, desde la fuerza no quisieron dar demasiados detalles al respecto. El año pasado fueron 5 según informó en su momento el comisario mayor Jorge Navarro del D1.

«El año pasado se sustrajo cinco armas y este año son dos. Generalmente esto ocurre cuando el policía tiene que salir por un trámite urgente y en ese momento el arma queda en su domicilio y se presta la oportunidad de que alguien se apropie de la misma», aseguró el funcionario en Estación Claridad.

Por otro lado, Navarro detalló que de las cinco armas que desaparecieron en el 2018 ya se encontraron tres y  las otras siguen siendo buscadas.

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