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Los números con contundentes: River hilvanó su decimocuarta victoria consecutiva en Copa Argentina. Y la diferencia del 3-1 ante Villa Dálmine para acceder a los octavos de final también es contundente. No brilló, no se floreó, ni siquiera mostró buenas ráfagas de juego colectivo, pero le alcanzó para no dejar dudas y dar otro paso hacia adelante.

Quedó claro desde el primer minuto. Villa Dálmine, que luchó en el Reducido de la B Nacional por conseguir el segundo pasaje a la máxima categoría, salió a hacer valer cara la victoria. Y enseguida exigió a Franco Armani, que volvía al arco de River tras su participación en el Mundial.

Iban 14 minutos de juego y River, sin merecerlo, sin estar cómodo, sin lograr conectarse con fluidez como lo había hecho ante Central Norte, lograba destrabar un partido que pintaba bravo.

La ventaja no cambió el escenario. River intentaba pero no podía. Con Exequiel Palacios como eje del medio hacia adelante no lograba armar sociedades ni con Pity ni con Nacho Fernández. Entonces quedaban aislados Scocco y Pratto arriba.

En el arranque del segundo tiempo con una contra perfecta de River que derivó en el 2-0 y empezó a liquidar a Dálmine. Ponzio salió rápido del fondo, Pratto hizo lo que mejor sabe (pivoteó, aguantó la marca, ganó con fuerza y asistió en el momento justo) y Nacho Fernández llegó para tocar al gol.

Ya no había partido cuando Lucas Pratto ensayó un centro desde el costado izquierdo del área y terminó haciendo un golazo. Hasta esas le salían a River. Lo trituró a Dálmine.

Para Dálmine el premio consuelo llegó sobre el final, con el gol del descuento.

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