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Pensó que con su papá iba a estar mejor que con su madre, con quien no se llevaba bien. Entonces se fue buscando tranquilidad, pero resulta que en la casa de su padre vivió la peor pesadilla: el hombre se embriagó en el cumpleaños de su hermana y en la madrugada la violó en una de las habitaciones de su hogar en Pocito.

La chica tiene 14 años y después de aquel ataque, ocurrido la madrugada 24 de marzo pasado, abandonó la casa paterna para buscar refugio en una familia evangelista. Su mamá parece estar muy enfadada con ella, pues la trató de “mentirosa” y “manipuladora” porque cree que denunció falsamente a su padre –y ex marido de ella-, un pintor de obras de 45 años. Es que éste terminó preso y ahora procesado con prisión preventiva por el juez Alberto Benito Ortiz, del Primer Juzgado de Instrucción, por el presunto delito de abuso sexual con acceso carnal, agravado por el vínculo, indicaron fuentes judiciales.

La pareja se separó en 2015. A partir de ese momento, la mujer decidió quedarse con los dos hijos más chicos, un varón y la niña que ahora tiene 14 años. El hombre continuó viviendo con las dos hijas más grandes en Pocito. Con el tiempo, la menor de las chicas comenzó a tener problemas de conductas y dejó la escuela, también tuvo crisis que llevaron a autoflagelarse. La madre atribuyó todo a las “malas juntas” y pensó que eran caprichos, por lo que tuvieron muchos encontronazos con su hija.

La chica no soportó las discusiones con su madre y en agosto de 2018 decidió irse a vivir con su padre y una de sus hermanas mayores –la otra ya estaba en pareja-. Al parecer, la adolescente se adaptó a la nueva vida y en apariencia se llevaba bien, aunque el 24 de marzo pasado sucedió algo que no olvidará jamás. Ese día era el cumpleaños de una de sus hermanas, de modo que lo celebraron con un encuentro entre familiares y amigos. Hubo alcohol y supuestamente el dueño de casa se emborrachó.

Cuando casi todos se marcharon, la adolescente se dio un beso con un amigo de la familia. Su hermana mayor los vio, se enojó y mandó a la jovencita a dormir. Su papá no dijo nada. Sin embargo, pasado un rato y mientras el resto de la familia dormía, el hombre entró a la habitación de la jovencita, la tomó por la fuerza y le dijo: “así como lo has besado, besame a mí…”, según la adolescente. Relató que se resistió, pero él igual la besó, la manoseó y finalmente la ultrajó en su cama.

Al otro día la chica estuvo mal, pero a la tarde se quebró del todo en la escuela de capacitación laboral a donde concurre. No entró a clases y en medio de una crisis le contó sobre la violación a una compañera, que es mayor y dirige una Iglesia Evangélica. Esa mujer la contuvo y le aconsejó que denunciara el abuso sexual, así fue que concurrieron a una comisaría y al Centro ANIVI.

Durante la instrucción de la causa, declaró un amigo de la familia que relató que, luego de la denuncia, el acusado fue a buscar a la adolescente para pedirle perdón y que retire la denuncia. Por otro lado, la chica dio su testimonio a través de cámara Gesell, oportunidad en que dio detalles y muchos datos que indican que lo que dice es cierto. El informe psicológico también señala que es coherente y no miente en su relato. Todo eso llevó al juez Alberto Benito Ortiz a procesar al hombre de 45 años, nada más y nada menos que por ultrajar a su propia hija.

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