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Después de casi 3 años de permanecer preso, el boxeador Amilcar Funes Melián recuperó la libertad y regresó a su casa. Cansado y con ganas de reencontrarse con toda su familia, prefirió no hacer declaraciones luego del fallo en horas del mediodía que lo absolvió del asesinato del estilista caucetero Sergio Montenegro (35).

El ex campeón mundial juvenil estaba acusado de homicidio agravado por alevosía y ensañamiento y robo agravado por el uso de arma blanca en concurso real. Sin embargo, el juez Maximiliano Blejman de la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional entendió que en el juicio no surgieron pruebas contundentes para probar la autoría del crimen por parte Funes Melián y lo declaró inocente por el beneficio de la duda.

A Funes Melián le achacaban haber golpeado, acuchillado y asfixiado al estilística Montenegro en el local que éste tenía en la avenida De Los Ríos, en Caucete, la madrugada del 3 de junio de 2016. El que lo implicó fue su amigo Jonathan Torres, cuyo testimonio se puso en duda y no fue tan contundente para que el juez condenara al boxeador.

Los más contentos eran Horacio Funes y su esposa Marta Melián que lo acompañaron durante los alegatos y la lectura del veredicto en el palacio de tribunales. Ellos también lo aguardaron toda la tarde del miércoles en su casa de calle Roca en el barrio Felipe Cobas, de Caucete. La espera se hizo larga hasta que a las 22.30 Amilcar Funes llegó a su hogar después de cruzarse con los familiares que fueron a buscarlo a la puerta del Penal de Chimbas. En la vivienda también estaban su hermano mayor Martín y una de sus hermanas, Elisa.

“Jamás dude de mi hijo. No podíamos creer toda la pesadilla que vivimos en estos tres años desde que metieron preso a Amilcar. Por fin terminó todo esto”, expresó Horacio, que relató que todavía recuerda que a los tres meses de ocurrido el crimen del peluquero allanaron su casa y llevaron detenido al ex campeón de boxeo.

“Mi mujer sufrió mucho. Porque se dijeron muchas cosas. Pero nosotros estábamos confiados que se iba a saber la verdad. Los testimonios y las pruebas con las que lo acusaban se iban a caer y así fue. No podían culparle por un crimen que no cometió”, agregó Horacio, que se mostraba impaciente. Durante toda la tarde daba vueltas esperando que su hijo lo llamara para que lo fueran a buscar. “Estamos felices, ahora queremos disfrutar de mi hijo y que descanse”, afirmó cuando por fin éste llegó a su casa.

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