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“Lloraba y me decía: ‘¡Es verdad, voy a poder ir a Mendoza!’. Fue impresionante”. Es la emotiva historia que viajó este lunes a las 7 en el asiento 33 de un colectivo de Del Sur y Media Agua hacia aquella provincia, en plena pandemia.

El joven nacido en el departamento mendocino de General Alvear (a más de 280 kilómetros de la capital) vino hace 9 meses a San Juan y quedó varado por el aislamiento. A más de 400 kilómetros de distancia, su papá empezó a tener subas de presión hace casi dos meses (padece diabetes, hipertensión arterial y tiene afecciones cardíacas). Pero después vino lo peor: se enteró de que se había contagiado de coronavirus.

“Tengo a mi papá enfermo. Lo único que pido es poder llegar hasta el cruce de San Juan y Mendoza y de ahí me voy caminando. Tengo ganas de arrancar ya caminando para allá. Necesito volver a mi casa”, le dice Elías Carlos Sebastián Arce (21 años) a Telesol Diario. Es sábado por la noche y el metalúrgico necesita viajar urgente.

El joven había compartido la publicación de este diario, que anticipaba que esta semana salía el primer colectivo de larga distancia desde la provincia con destino a Mendoza. “Dios, ayudame para poder volver a mí casa, porfa”, había posteado en las redes.

En contacto con un periodista, el joven relató el drama por el que atraviesa. Entonces se activó una red de sanjuaninos solidarios que en pocas horas le aseguraron un asiento en el primer colectivo que iba a hacer un viaje interprovincial tras las restricciones por la emergencia sanitaria

“Vamos viejito, que sos fuerte. Sé que no vas a bajar los brazos. Perdón por no estar en este momento. Te prometo que pronto voy a estar con vos, como sea papi. Te amo”, había escrito el joven en su cuenta de Facebook.

Una historia difícil

Sebastián, como lo llaman en su familia, había visto por última vez a su mamá, Verónica Ruarte (40), cuando tenía 7 años. Sus padres se separaron, ella se vino con su hermano más chico a San Juan y el joven se quedó junto a su papá y otros hermanos en General Alvear.

El 27 de febrero, el joven viajó a Caucete y, tras 14 años, se reencontró con su madre. “Vino por mi cumpleaños”, dice la mujer. Pensaba volver antes de que terminara marzo. Pero llegó la pandemia a la Argentina y con ella el aislamiento social obligatorio.

Sebastián perdió su trabajo de metalúrgico en Mendoza y no consiguió empleo en San Juan. El viaje de reencuentro se prolongó desde febrero hasta noviembre. Él se levantaba todas las mañanas temprano y preparaba el mate para tomar con su mamá.

Hace más de un mes se enteró de que su papá empezó a tener fuertes subas de presión. Además estaba preocupado porque él era el que llevaba el dinero para comer en la casa, en donde también vive una hermana.

En Caucete, Sebastián también volvió a ver a otra de sus hermanas, que vino a vivir a la provincia hace un año, está en pareja y tiene dos nenas: una de 2 años y otra de 7 meses. En total los Arce son 7.

En octubre, el mendocino sintió que estaba cerca de volver a su casa. Por un posteo en su Facebook lo contactó un hombre que le pidió cerca de 23.000 pesos para llevarlo de regreso. Como no tenía la plata, le ofreció su teléfono celular y un televisor que le iba a entregar cuando llegara a la casa de su padre.

Fue hasta la terminal sanjuanina y el vehículo nunca apareció. “Volvió destruido”, cuenta su mamá. Siguieron los días de incertidumbre. Sebastián, con la angustia de saber que su papá estaba grave y él no podía volver. Verónica, con la tristeza de ver mal a su hijo, que no podía acompañar a su padre.

El virus

“Yo tuve otra hija, de soltera, que vive en General Alvear. Mi exesposo la crió, entonces va a verlo. Me dijo que mi nieta tenía un resfrío. A la noche la nena no durmió. La llevaron al hospital y la aislaron para hisoparlos. Después les dijeron que eran positivos. Ella dijo que había tenido contacto con su papá”, relata Ruarte.

A los 5 días confirmaron que Abel Demetrio Arce (50) se había contagiado y quedó aislado con su hija más chica, de 18 años. “Se le empieza a subir la presión, tiene mucha tos y le empieza a faltar el aire, así que lo internan”, cuenta.

Este viernes se enteraron de que empezaban a salir los primeros colectivos hacia Mendoza. “Nosotros estamos sin trabajo. No lo pude ayudar, porque hace diez días que no tenemos nada”, dice Verónica.

El viaje

“Ese día lloraba y me decía: ‘Mamá, de verdad, me escribió alguien de Telesol Diario. De verdad, ¡me voy a Mendoza!’. Estaba a los saltos’”. La madre trató de calmarlo, porque el joven sufre “problemas de presión y de corazón”. “Yo decía ‘se me va a enfermar’”, asegura. “Llamó a su hermana (que vive en otro parte de Caucete) y le dijo: ‘Yo me voy’”.

A Sebastián no le alcanzaba el cuerpo para guardar tanta alegría. “Antes se quería ir caminando. Yo tenía miedo de que lo metieran preso o se enfermara”, dice su mamá.

Silvia Matamoro, que pertenece a un grupo de sanjuaninos solidarios, habló con algunos camioneros. Pero ninguno viajaba a tierra mendocina al día siguiente. Era la madrugada del domingo y su prima, Vanesa Arias, puso plata de su bolsillo y consiguió comprar el pasaje vía online.

En la mañana del domingo, Sebastián ya tenía en mano el ticket y el permiso de circulación que le había sacado Matamoro. El caucetero Omar Agüero, presidente de la Unión Vecinal Villa Las Rosas (en donde vive la mamá del joven) le llevó un par de zapatillas y Rafael Maza le regaló una muda de ropa para el viaje, porque el chico tenía en San Juan sólo un bolsito con muy pocas prendas.

“Llegó el pasaje al celular y me dice ‘¿te puedo mandar algo al teléfono?’ Cuando vio el papel saltaba de alegría: ‘Má, me voy’”. A las 5:30 de este lunes tomó, acompañado por la pareja de Verónica, el primer colectivo que sale desde Caucete hasta la Terminal de Ómnibus.

En la esquina lo paró la Policía, porque llevaba varios bolsos, pero lo dejaron seguir cuando comprobaron que tenía el pasaje. “Me abrazó y me dijo ‘no llorés, voy a volver el año que viene’. Fue hermoso verlo feliz, pero no verlo partir”.

Se sentó en la butaca 33 del colectivo y salió hacia su provincia, junto a otros 25 pasajeros, que iban con distanciamiento social y tapabocas. Llegó pasadas las 9 a la terminal mendocina y tuvo un problema: había errores en su permiso de circulación. Pero cuando le contó a un gendarme el trasfondo de su viaje, el efectivo le creyó y él mismo lo ayudó a sacar un permiso nuevo.

Más tarde se juntó con una tía, hermana de su mamá, quien lo llevó a comer a su casa, en donde pasará la noche y este martes viajará hacia General Alvear. Cuando llegue a su ciudad quedará instalado en lo de otra tía, frente a su casa paterna (en donde está aislada su hermana). Allí esperará que su papá salga de terapia intensiva.

“Ni durmió anoche, porque estaba desesperado por su papá. Estaba sentadito tomando mate”. Era su última noche en Villa Las Rosas, frente al barrio Cura Brochero. “Gracias por la ayuda que me han dado, porque sin conocerme pusieron su granito de arena. Voy a orar todos los días por ustedes y sus familias”, fue el agradecimiento de Sebastián, en un audio que le envió a los sanjuaninos que lo ayudaron.

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