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Franco Rodrigo Gaspar Cinco es un periodista que está acusado de envenenar con cianuro a su pareja y al hijo de ella en Salta. Este lunes podría escuchar la máxima de las condenas. En sus últimas palabras, intentó conmover al tribunal y afirmó: «Yo no soy el monstruo que creen».

«Yo tengo un nene. Cómo voy a querer matar a un niño», agregó el acusado en su declaración, que se extendió durante cinco horas. En su versión de los hechos fue la propia víctima quien le pidió que le consiguiera el veneno para «un experimento en su carrera» universitaria, ya que estudiaba Nutrición.

Gaspar Cinco llegó al juicio por el homicidio simple en grado de tentativa (al tratar de arrojarlo desde un barranco y luego pretender contratar a sicarios) y homicidio calificado por el medio empleado (veneno) en el caso de Amir, el hijo de dos años de su novia, y por el delito de homicidio doblemente calificado por la relación de pareja y por el medio utilizado en contra de Alejandra Párraga, de 26.

El hecho por el que se lo juzga sucedió el 5 de junio de 2017. Según la acusación, ese día el periodista le dio a su novia una botella de plástico diciéndole que era agua bendita para que le diera al nene, que estaba enfermo, pero el agua no solamente no había sido bendecida sino que tenía cianuro.

Después de beberla, el chico empezó a convulsionar y su mamá tomó también contacto con el veneno al hacerle respiración boca a boca. Ambos murieron con apenas una diferencia de horas.

Sin embargo, en la novena audiencia del debate en su contra, Gaspar Cinco declaró que cuando conoció a Alejandra ella ya estaba «desbordada» por los problemas de salud de su hijo, quien sufría una enfermedad respiratoria. Ese día recordó que su pareja había intentado darle un jarabe pero que el nene lo había escupido y que, después de eso, la vio volver de la habitación «como nerviosa y desesperada», tomar «la botella violeta de agua bendita» y volver al cuarto donde estaba el chico.

«Tomá chancho, hacé como la mamá, es agua bendita», sostuvo el acusado que le escuchó decir a la víctima. En cuestión de segundos, todo empezó a volverse un caos. Un grito de Amir, ella corriendo con su hijo en brazos mientras le hacía respiración boca a boca. Fue entonces que la notó «como ida» y la tomó por el brazo.

«Me paré adelante y me di cuenta que tenía la mirada perdida y espuma en la boca», indicó, y señaló que primero la chica le balbuceó incoherencias pero luego le reveló que ella también había tomado lo que él había llevado, por lo que le dijo «andá a tirar eso», y finalmente se desvaneció.

Así, mientras la mujer quedó tirada en la calle, él se subió a su auto, llevó la botella contaminada y una cuchara sopera usada para disolverlo en el agua y los arrojó en el canal de calle Coronel Vidt, según remarcó, por pedido de la víctima.

«Yo en mi casa lloré hasta sentirme vacío», manifestó entre lágrimas el imputado, quien afirmó que esa noche no pudo dormir. Al otro día, durante el velatorio, fue detenido.

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